17 junio 2010

La Princesa de Sol. Capítulo 2

CAPÍTULO 2

En su mochila llevaba lo imprescindible, eso dijo su mamá: Una manta por si hace frío, semillas de la secuoya gigante que estaba en el jardín de palacio, según los antiguos con una sola podías pasar dos días sin comer nada más; los pendientes de la abuela Carlota, que era la más sabia de la escuela de magia; un libro de aventuras sin escribir y una caja de cristal con una nota que decía “solo abrir cuando estés en un gran apuro”.


La princesa se ató bien las botas, se acomodó su lazo y miró con cariño a su familia que ya se veía como hormiguitas entrando en su hormiguero.


El sol lucía con mucha fuerza y pronto la princesa sintió mucho calor, se paró a descansar en la sombra de un majestuoso cerezo. En esta época los árboles están en flor y dan una sombra muy rica pensó la princesa. No estaba acostumbrada a caminar bajo el sol y el cansancio se apoderó de ella, sin saber que en realidad era el hada de los sueños que estaba colgada de su pelo. Se quedó profundamente dormida y comenzó a soñar…


Estaba volando encima del rio y encontré una brillante piedra, que flotaba en mitad del rio. ¡Qué raro! pensó, las piedras se hunden para formar parte del fondo del rio, aquí tiene que haber algún truco.


Perdió un poco de altura para observar aquel extraño suceso.


-Nada por aquí, nada por allá… Mmm… parece una piedra de lo más normal. Pero sigo sin saber por qué flota.


La princesa se aventuró a tocarla, estaba muy fría y suave. Ahora que se fijaba de cerca tenía un sinfín de colores, todos en perfecta armonía. Pero seguía con la curiosidad de saber qué tenía de especial aquella pulida roca. Un poco más cerca, otro poquito más y… ¡ZAS! La abeja reina del país de los bichos la zambulló en el agua creyendo que quería robar aquella piedra, que resultó ser uno de sus hijos aún no nacido, que se había perdido y andaban como locos buscando. Las lluvias habían arrastrado el huevo hasta el centro del rio y por eso no se hundía.


Entre tanto la princesa salió del agua asustada por el golpe. No entendía qué había pasado. Al salir vio a la abeja reina coger el huevo y marcharse muy feliz.


Empapada decidió descansar al sol en la orilla del rio, así su precioso vestido verde se secaría.


Y como los cuentos están llenos de sorpresas, una más le esperaba a la princesa escrita en el tronco de un árbol como cuando los enamorados dejan sus nombres grabados dentro de un corazón como símbolo de su mor. Se acercó al árbol y pudo leer:


“Las cosas nunca son lo que parecen, siempre hay que mojarse para descubrir todo los secretos que encierran”

Y justo en ese momento se despertó la princesa debajo de aquel majestuoso cerezo que tan rica sombra daba.

2 comentarios:

Samovila dijo...

Me tienes enganchada pequeña.

Se lo leerás a tus peques, no? Que vean que la seño Isa es una artista!

Isuky dijo...

Aún no se lo he contado, cuando esté terminado lo pensaré, pero la idea es que sea un cuento para adultos...

Me gusta que os engancheis a leerlo como yo a escribirlo, pq esto de escribirlo tb engancha...

Gracias princesa