30 marzo 2011

La Princesa de Sol. CAPÍTULO 9



Y entre tanto caminar, la princesa iba perdiendo la sonrisa. Su rostro se tornó en pálido, entre tanta oscuridad. Y sus pies no cesaban en su empeño de caminar a toda costa.

En buen momento la princesa sintió hambre. No recordaba que en su mochila tenía todo lo que necesitaba y se puedo a buscar una tienda. Por fin encontró una pastelería, allí un chico alto y robusto parecía ser el único que sonreía en aquella ciudad.

- Buenos días, desearía comer algo rico. Dijo la princesa.

- Pues tengo la mejor bollería de toda la ciudad. Ha venido al lugar adecuado. Contestó el dependiente.

- Me gustaría algo con chocolate.

- Pues esto seguro que le encanta, tiene tres tipos de chocolates y todos los amantes del chocolate lo recomiendan.

La princesa compró aquel trozo de bizcocho, salió y se sentó en el parque de enfrente, comenzó a comerlo. Efectivamente era realmente bueno, cada bocado la sumía más profundamente en un placer nunca antes conocido. Entre bocado y bocado se dio cuenta de algo escrito en el papel que envolvía el pastel: “Eres la criatura más bonita que he visto nunca, ojalá vengas a comprar más veces a mi pastelería. Me llamo Samuel”. Aquello le pareció realmente precioso. Y decidió entrar a preguntar por un lugar donde dormir.

- Perdone, muchas gracias por la nota y el pastel. Ambos han sido muy placenteros. ¿Me podrías ayudar a buscar donde dormir?

- Pues estás de suerte, tengo una habitación para alquilar en mi casa, si la quieres es tuya.

- Pero ahora mismo no me queda casi dinero y no se como conseguir más.

- Tranquila, si me ayudas en la pastelería está todo pagado. Además podrías participar en la compañía de teatro de la ciudad buscan una chica que ayude al director y tú pareces buena ayudante.

- Muchas gracias, para empezar no está mal.

Después de un rato más de charla los dos cerraron la pastelería y se marcharon a casa de Samuel. La habitación era preciosa, tenía todo lo que ella podía necesitar.

Aquel amable muchacho parecía ser una buena persona, diferente a todo lo que había por los alrededores, por lo menos hablaba, sonreía y miraba a los ojos. Poco a poco se fueron conociendo. La princesa comenzó a trabajar en la pastelería y se sentía muy bien cada vez que alguien probaba algo que ella había hecho con sus propias manos.

Así pasaron varias semanas y la princesa y Samuel cada vez se entendían mejor. Un día él le recordó que en la compañía de teatro aún necesitaban un ayudante del director. La animó a presentarse, pues ahora que la conocía sabía que lo haría de maravilla. No estaba muy segura, pero Samuel insistió hasta el extremo de concertarle una entrevista. Con cierto miedo acudió a una entrevista. No le hizo falta mucho, pues todos la encontraron perfecta para el trabajo, hasta el serio director que con un sombrío “me valdrás” la contrató.

La princesa no podía creer que todo le fuera tan bien. Corrió a la pastelería a contarse lo a Samuel. Decidieron salir a celebrarlo en el mejor italiano de la zona. Pidieron lasaña y tortelinis con salmón. Entre conversaciones ella se encontraba en una nube, pues comenzaba a enamorarse de aquel chico que tanto la ayudaba. Todo lo que recibía de él eran halagos, buenas palabras con una gran sonrisa. A pesar del hechizo de la bruja la princesa era capaz de mirar a los ojos de Samuel y sentir su gran corazón. Mientras conversaban decidió tomar su mano, acariciarla y dejar libres sus sentimientos. Samuel lo recibió con sorpresa, pues no se imaginaba que la princesa podría sentir lo mismo que él. Se miraron a los ojos y sin dudarlo se besaron. Fue una noche mágica, que nunca podrán olvidar.

Los días en la ciudad cada vez eran más felices para la princesa. Tenía hogar, trabajo en la pastelería y en la compañía de teatro, y lo mejor de todo tenía alguien especial a su lado.

13 marzo 2011

Cambio de LOOK

Parece necesario un cambio de look para volver a retomar historias sin terminar. Seguro que es parte emocionante del camino.