16 junio 2010

La Princesa de Sol


Hace mucho tiempo mi papá me dijo que por nada del mundo dejase de plasmar en un papel las bellas palabras que era capaz de escribir, pues era un regalo para el mundo, del que no podía privarlos. Y ha pasado mucho tiempo sin recordar estas palabras. Por eso ahora quiero compartir algo que poco a poco va saliendo. Algo muy personal y muy especial... un cuento. Gracias por leerlo como tal. Es fundamental ponerse los ojos de niño, sus orejas y mirar y oir desde su altura...

CAPÍTULO 1

Había una vez, una pequeña princesa que siempre vestía una gran sonrisa y un precioso lazo negro en la cabeza. Todos los días despertaba a su papá el rey con un fuerte abrazo y un beso. Eran muchos los que gustaban de los mimos de la pequeña princesa.

Sus maestros la educaban con gran esmero para que llegase a gobernar con rectitud y serenidad. Siempre le decían lo que tenía que hacer en todo momento y la reprendían con dureza cuando se equivocaba. Todo era por su bien y ella lo sabía, pero muchas veces la princesa, se aburría. Quería volar, salir de aquellos muros, de aquel castillo tan elegante y conocer el reino. Era una princesa de mundo, de sol, de aventuras y de sorpresas.

Todos los días pedía un deseo al levantarse: Encontrar esas alas que la llevasen a todos los rincones del reino. Y como todos los pequeños, la dulce princesa, inocente y entusiasmada hablaba con sus papás de su sueño. Sus papás se negaban, pues era muy pequeña y el reino peligroso. Los reyes temían que el corazón de la princesa no soportase la fealdad que podía encontrar en el reino.

Pero la princesa terca como ella sola rogaba día tras día que la dejasen salir. Como nadie hacía caso a sus ruegos, lloraba con amargura cuando pensaba que nadie la veía. Pero su mamá, como toda buena madre sabía ver y oír más allá de los muros del castillo y conocía el dolor de su hija.

Un día la reina, templo de dulzura y templanza, propuso que el hada de los sueños acompañase a la princesa escondida en los rizos de su pelo. Así siempre estaría protegida de cualquier peligro que pudiese encontrar en el reino.

Aquella mañana el sol lucía con especial candor. Los reyes habían preparado una pequeña mochila para el viaje de la princesa. Cuando despertó supo que sus papás deseaban verla feliz y que por fin la dejarían salir fuera del castillo. Lo que no sabía era que el hada de los sueños se había colgado de un mechón de su pelo para siempre y que nunca estaría sola.

Después de un delicioso desayuno, muchos besos y abrazos, la princesa comenzó su viaje.

4 comentarios:

Samovila dijo...

Me gusta!!!

Habla de sueños y hay un hADA!=P.

Y tus sueños...cómo van?^^

Aún te queda por contarme algo que dejaste a medias.
Y desde aquí un millón de besos!

May dijo...

yo quiero ser el hada que te acompañe escondida en el mechón de pelo para que.. (8) NO ESTARÁS SOLA.. (8).

te quiero, sabes? te quiero..

Isuky dijo...

Mis sueños van saliendo a relucir y todo poco a poco se va construyendo con más solidez. Gracias por compartir esta historia...

Maku dijo...

sueña y sonrie siempre...!!!! y sigue escribiendo, me gusta poder compartir lo que se mueve tu cabecita...GRACIAS...TQ.