13 agosto 2011

La Princesa de Sol. Capítulo 11

Comenzó su trabajo como actriz. Cada vez que recitaba aquel guión todos tenían que pararse ante tal talento. Nadie habría podido imaginar que la princesa podría superar a la mejor de las actrices de la compañía. Cada gesto, cada movimiento, cada palabra, cada matiz, todo era perfecto.

Pasaron los días y cada vez la princesa se crecía más, su fama se extendió por toda la ciudad y muchos esperaban nerviosos el estreno. Lo que nadie sabía es que la princesa inmersa en su afán de superación y de poder comenzaba a perderse a sí misma. Dejó de sonreír a todo el que pasaba por su lado, algunas veces incluso se mostraba déspota y engreída. Todo comenzó a cambiar, tal y como la bruja Jacinta había planeado, pues todos en la ciudad estaban hechizado para los propósitos de la bruja.

Samuel notaba como su preciosa princesa cambiaba de aires y como poco a poco él dejaba de ser importante en su vida. Pero la amaba tanto que no podía dejarla. Aguantó días, semanas, meses y aunque cada vez le dolía más el corazón, su dulce princesa seguía siendo el sentido de todos sus movimientos. No podía negarle su amor y se descubrió triste luchando por un ideal roto y deshecho.

La ciudad, que por un tiempo se empezó a iluminar por la bondad de la princesa, se volvió aun más gris que antes. Así la bruja se aseguraba de que la princesa no volvería a ser ni recordar quien era.

Durante todo este tiempo el duende del sur había permanecido escondido, esperando el momento para salvar a la princesa y éste era el momento. Consiguió salir del cajón donde se encontraba la mochila de la princesa. Él sólo no podría idear un plan, así que llamó al duende del agua y al hada de los sueños. Tras mucho pensar decidieron que unir su magia era lo más sensato, sabían que no podrían combatir los hechizos de la bruja, pero confiaban en el gran corazón de la princesa. Debían esperar hasta el día del estreno, entonces sería el momento para actuar.

Mientras la princesa continuaba sus ensayos, cada vez más cerca del estrellato, de su reconocimiento, de su día de gloria, sentía que por fin todos la verían y hablarían de ella maravillas.

Y poco tiempo después llegó el gran día. La semana previa, Samuel mantuvo la compostura ante todos los malos gesto que su amada princesa tenía con él. Su relación cada vez se teñía más de oscuro y sin poder remediarlo se dio cuenta de que así ninguno de los dos sería feliz. Los duendes y el hada trataron de tocar el corazón de Samuel para calmar un poco su dolor. Dejaron el libro de aventuras de la princesa donde él lo pudiera encontrar.

Esa mañana la princesa se levantó rápido para el ensayo general, se marchó sin su acostumbrado beso a Samuel. Así que éste al despertar hizo lo que cada día, se levantó y se aseó un poco, besó la foto de la princesa y se preparó el desayuno que antes compartía con ella. En la mesa del salón se encontraba el libro de aventuras, al principio no le hizo mucho caso, pero al darse cuenta de que aquello era nuevo le picó la curiosidad y comenzó a leerlo. Inicialmente había estado vacío, pero poco a poco se habría escrito así mismo contando las aventuras de la princesa y todo lo que ella suponía en su reino. Samuel entendió una vez más lo especial que ella era y por eso debía romper su amor.

Dedicó un buen rato a leer las maravillas que contaba y finalmente escribió una carta para su princesa:

Mi preciosa princesa:

Hoy es el día de tu estreno, de tu salto al estrellato. Hoy es un gran día para tí, hoy cumples un sueño y yo no te lo puedo negar, como no te puedo negar nada. Desde que te conozco has sido la luz para caminar, la mano para levantarme y los ojos para perderme soñando. Tienes todo lo que cualquier hombre puede desear en una mujer. Haces que todo cobre color a tu paso, ya sabes que besaría el suelo que pisas.

Pero he descubierto también que todos podemos sacar lo mejor y lo peor que llevamos dentro. Creo que eso hago yo contigo y por eso es mejor que siguas tu camino y que sigas maravillando al mundo que te rodea.

Yo me iré al bosque que cuenta este libro, puede que allí encuentre la paz que necesito.

Se muy feliz y no olvides que siempre te voy a querer. Siempre tuyo Samuel.

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